Historia del Castillo de Fiestas

HISTORIA DEL CASTILLO DE FIESTAS

Antecedentes

La necesidad de introducir un elemento escenográfico en la Fiesta de Moros y Cristianos va ligada, en su origen, al acto de las Embajadas el día del Alardo, pero no tenemos noticias de estos parlamentos cuando empieza a documentarse la Fiesta alcoyana en el siglo XVII. Llegada la Guerra de Sucesión, al tomar Alcoy partido por la causa austracista y ser derrotados por las tropas borbónicas en 1708, se prohibiría el uso de la pólvora, relegando la celebración de San Jorge tan solo al aspecto litúrgico.

Mientras tanto, en la ciudad de Alicante se celebran festividades ocasionales de moros y cristianos, con motivo de alguna efeméride, en las que se reproduce un simulacro de desembarco, asalto y toma de un castillo, incluso con embajadas. Tenemos documentadas en 1698, 1715 o 1724 y, a pesar de no tener una continuidad anual, es evidente que proporcionarán el modelo definitivo para la Fiesta que se había interrumpido en Alcoy y que se recuperará en 1741.

El Aduar del Puig

El Resumen de Antigüedades históricas o “Cronicón” del padre Picher ya menciona, aquel año de 1741, que “dispusiesen de un artificial Castillo intitulado Aduar del Puche”. Otro manuscrito de 1753 hace referencia a que “estando de asiento los Christianos en dicha Plaza, guarnecidos de la Villa artificial, y Castillo del Puche”, lo que nos indica que el castillo iba acompañado de una escenografía que simulaba una pequeña villa. De hecho, el término “aduar” hace alusión a un conjunto de cabañas o tiendas desmontables.



El castillo de 1799

Finalmente, el 15 de abril de 1799 tenemos una petición al Corregidor por parte de la “Junta del Señor San Jorge”, antecedente de la Asociación de San Jorge, en la que se informa que “han construido en este año un Castillo de Madera á sus costas para mayor lucimiento de la Función de Alardo”, y que “para la custodia de dicho Castillo, sería conveniente se destinase una Pieza Capaz donde estuviese guardado de un año a otro”, convirtiéndose ya en una estructura estable.

En esta fortaleza, de la que ya conservamos algunos grabados y fotografías, se incorporaría un mecanismo para representar el acto de la Aparición de San Jorge a partir de 1882.



El actual castillo, vigente desde 1895

Esta estructura estaría en uso hasta 1894 cuando, ante el deterioro que presentaba, la junta directiva de la Asociación de San Jorge decide subastar sus materiales y encomendar un diseño nuevo, del que se harían cargo, inicialmente, el ingeniero José Cort Merita y el pintor Francisco Gisbert Carbonell. El 8 de noviembre de aquel mismo año presentaban el boceto, en el que también había acabado participando el pintor Fernando Cabrera Cantó. El proyecto de construcción, que incorporaba ya el hierro como material estructural, además de la madera de pino rojo de Suecia para el aspecto exterior, se adjudicó a la sociedad “Aznar Hermanos” por 6.500 pesetas, y estuvo operativo en las Fiestas de 1895.



Este castillo es el que todavía perdura actualmente con las lógicas renovaciones de materiales, especialmente cuando, en 1937, sus vigas de hierro se emplearon en la construcción del refugio antiaéreo del Terrer. En 1940 fue la empresa “Rodes Hermanos” la que regaló una nueva estructura metálica.

En cuanto a su montaje, desmontaje, transporte y almacenamiento, de 1895 a 1900 se hizo cargo la propia empresa constructora, “Aznar *Hermanos”. Desde 1901 hasta 1920 tenemos documentado el carpintero Miguel García Miró, encargándose, a partir del año siguiente, Ismael Peidro Esteve “Foia”. Esta familia y su taller de operarios, con la continuidad del hijo Jorge Peidro Pastor, fueron los responsables del castillo a lo largo de varias décadas, hasta que, finalmente, asumió esta tarea la brigada de obras municipal.



Si hablamos de cifras, la estructura tiene un peso aproximado de 25 toneladas, con 28 vigas de hierro, 500 tableros de madera y unos 3.000 tornillos. Ocupa 140 m² distribuidos en dos plantas, y llega a una altura máxima de 16 metros. Son necesarias unas 100 horas para su montaje.

Año tras año, la “plantà” del castillo se convierte en todo un acontecimiento que anuncia la inminencia de las Fiestas, así como la lluvia asegurada, y es el escenario de dos actos tan fundamentales como las Embajadas y la Aparición de San Jorge, además de presidir la Plaza, con su presencia monumental, durante toda la trilogía festera.

Textos: Lluís Vidal Pérez

Colabora: CAEHA