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La llegada de los Reyes Magos es la cita más esperada por niños y niñas a lo largo de todo el año. Una Fiesta de Interés Turístico Nacional que convoca cada año a cientos de visitantes que quieren vivir en directo el mensaje y la emoción de esta centenaria Cabalgata.
Su celebración no sería posible sin la colaboración de innumerables personas. Más de mil personas acompañan a Sus Majestades a su paso por las calles de Alcoy, una vez advertida su llegada el día anterior por su emisario. El Enviado Real ha declamado pausadamente el bando por las vías principales del casco urbano, mientras tras él discurren, casi siempre apresuradamente, unas cuantas borriquillas, sobre cuyos lomos se balancean unos buzones a modo de alforjas en los que los pequeños -y también muchos no tan pequeños- van depositando sus peticiones para los Santos Reyes. Antorchas, pajes, versos y sones populares preludian que la espectacular entrada de los Magos se avecina. Mientras tanto, en el cerro de Sant Cristófol, los fuegos que jalonan el camino hacia la montaña hacen soñar a niños y niñas que los Reyes, en efecto, están prestos a llegar a Alcoy, como les anuncia el Emisario Real. En verdad, el séquito real ha comenzado a instalar su campamento en las colinas cercanas.
La tarde del cinco de enero, como cada año, los Reyes se disponen a entrar en Alcoy por donde antiguamente se hallaba la puerta de Alicante. Los Reyes de Oriente descienden de forma majestuosa por las empinadas calles del centro de Alcoy, bordeando el parque decimonónico de la Glorieta. Tras ellos, centenares de pajes embetunados portean paquetes y escalas, mientras caminan raudos en busca de los hogares a los que van dirigidos los voluminosos bultos que acarrean. Mientras tanto, muchísimos vecinos y visitantes se agolpan en la Plaça d'Espanya, la popular Bandeja, para presenciar uno de los momentos más entrañables y, a la vez, espectaculares de la Cabalgata: la Adoración. Tras descender los Reyes de sus monturas, el desfile se detiene alrededor del belén viviente que se halla en el centro de la plaza. Auxiliados por sus pajes, los Reyes portan sus presentes al Niño (oro, incienso y mirra, como rubrican los Evangelios) y se postran para rendir pleitesía al Redentor que ha nacido en Belén. Un espectacular castillo de fuegos ilumina la plaza, anunciando a todo Alcoy el homenaje que los sabios reyes ofrecen al Niño.
Texto extraído del libro 'La Cabalgata de Reyes Magos de Alcoy' de Josep Lluís Santonja